Sobrevivir a la violencia
SANTO DOMINGO.- Una habitación de unos cuatro por dos y medio metros es suficiente para tener la paz que no tuvo en los últimos nueve años. Eso asegura Fermina Molina Vargas, a quien sus amigos y familiares llaman Rosanny, una joven de 30 años y madre de tres niños que dejó atrás una relación de pareja abusiva.
En el pequeño espacio donde sus pertenencias y las de sus hijos están apiladas en el sector La Piña de Cienfuegos, en Santiago, Rosanny habla con determinación de la decisión que tomó el 24 de noviembre del 2012, el día en que cumplió 28 años, luego de una discusión con Eligio Céspedes que terminó con un golpe en su brazo derecho con la plana de un cuchillo grande para cortar carne. "Estaba en la cocina haciendo la comida y se acercó y me dijo que mejor me fuera, para que no terminara lo que había empezado".
Rosanny se fue. Lo denunció. Estuvo quince días en una casa de acogida con sus hijos. Su ex esposo fue detenido semanas después. Estuvo en la cárcel de Rafey desde donde la llamaba todos los días y empezó a leer la Biblia. Ella firmó un desistimiento de la denuncia. Lo perdonó. Volvieron a vivir juntos.
"Un día se levantó y me dijo que me fuera de la casa, que ya no me quería más". Ella se fue con sus hijos, dos varones de 9 y 7 años y una niña de dos a una casa alquilada que seis meses después Eligio no quiso pagar más. Su padre, Ramón Antonio Molina, le acomodó la habitación donde ahora vive.
Busca en una pequeña libreta de hojas azules la fecha de su mudanza. "El martes dos de septiembre de este año".

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